El regreso.
Volvimos agotados al apartamento tras esperar casi una hora al autobús. Lo de volver a Pamplona a dormir puede parecer raro pero no ha sido mala opción aunque haya estado fuera de lo que normalmente se hace. A la mañana siguiente, última jornada volverÃamos al mismo punto que nos recogió el autobús. Pero antes pasamos por la catedral a oÃr misa. La catedral es preciosa, no voy a hablar ahora de ella pero regresaré a este momento otro dÃa.
El único inconveniente que hemos tenido en el camino ocurrió entonces cuando tras salir de la catedral y llegar a la estación, me di con un canto en los dientes: me habÃa confundido y tenÃamos que haber cogido el bus una hora antes. Tras un momento de nervios por mi parte en el que me bloqueé, Francisco decidió ir a Puente la Reina que serÃa nuestro destino final y coger un taxi que nos llevase a Uterga. Subimos al autobús. HabÃa dejado la mochila en el portaequipaje pero me subà ambas carteras que metà en la rejilla del respaldo. Y el abrigo lo puse sobre mi cabeza. Allà se quedó. Y las carteras. Menos mal que antes de que arrancase me di cuenta y pude pedir que me dejase subir por ellas. Pero no el abrigo que estuvo todo el dÃa viajando. Llamé corriendo por un lado al taxi y después a la estación para pedir que si aparecÃa me lo llevasen de vuelta. Una vez en Uterga tras el mal rato comencé a andar pero no podÃa dejar de estar enfadada conmigo por los despistes. Se me fue casi todo el dÃa con ese mal sabor de boca. Tengo que hacer propósito en serio de cambio de esto que me pasa. Cometer errores es algo tan natural como el respirar. Unos más graves, otros tonterÃas. Eso es inevitable. Lo que necesito cambiar es mi forma de tomarme esas cosas. Estos tres incidentes que se solucionaron sin más problema no deberÃan de haber tomado tanto cargo de conciencia. Pero si. Ya no me valÃa con lo bien que habÃan estado el resto de decisiones ni el haber tenido ningún problema en tantos dÃas. Tendré que recordar este dÃa cuando vuelva a ocurrirme. Si de algo sirve recordaré el camino lleno de almendros que atravesé enfadada para no dar tanta importancia a esos fallos.
Y bueno… terminó la experiencia. Llegamos a Puente la Reina, vuelta en bus y la tarde de turismo en la ciudad.
De la tarde de ayer, de la visita a la catedral y de lo que me sugiere Pamplona os hablo otro dÃa.
También escribiré conforme los dÃas me vayan colocando las piezas del puzzle en orden lo que ha significado esta semana.
Ya estamos de vuelta, estoy escribiendo desde el tren. Málaga y mis seres queridos me esperan.